domingo, 15 de mayo de 2016

Elena Torres, la trabajadora de la educación que desafió a Luis N. Morones, el abuelo del charrismo sindical

 Mujer de izquierda, sindicalista y sufragista, luchó por la igualdad de género y social.Impulsó un feminismo obrero y como maestra impulsó las misiones culturales. 

Enfrentó a Luis N. Morones, el fundador del corporativismo obrero mexicano, del colaboracionismo sindical con el gobierno y la corrupción de los líderes sindicales. De ahí que se le considere el abuelo del charrismo sindical y a Díaz de León, el padre.


Elena Torres, maestra de toda la vida, anticallista, fue integrante, primero, del Partido Socialista del Sureste con Felipe Carrillo Puerto, después del Partido Comunista y finalmente del Partido Nacional Antirreeleccionista, que postuló a la presidencia de la República José Vasconcelos.

Ella Impulsó del sufragismo femenino. Participó en el Primer Congreso Feminista de 1916 y  fundó el Consejo Nacional de Mujeres en 1919, junto con Evelyn Trent Roy, Juana B. Gutiérrez de Mendoza, Elvia Carrillo Puerto, Thoberg de Haberman y dos activas militantes magisteriales, María del Refugio García y Estela Carrasco.

Dicho Consejo adoptó un programa dividido en tres rubros: emancipación social, económica y política. 
            
En lo económico establecía paga igual a trabajo igual; salario mínimo; regulación de tarifas; condiciones sanitarias en las empresas; cumplimiento de la Constitución en lo relativo a las condiciones laborales de la mujer; acceso para las mujeres a las mismas posiciones de responsabilidad que los hombres; comisiones mixtas de hombres y mujeres-patrones para resolver conflictos dentro de la fábrica. 
             
En el aspecto social destacaban la formación de asociaciones libertarias en el campo intelectual y obrero para luchar por el avance de la mujer; abolición de los distritos de prostitución, regeneración de las prostitutas; moralidad igual para hombre y mujeres; supervisión de hospitales, sanatorios y asilos; fundación de dormitorios y comedores para las mujeres trabajadoras; guarderías infantiles para los hijos de mujeres trabajadoras y prohibición de bebidas alcohólicas.

En el aspecto político enfatizaban el derecho al voto y la posibilidad de que las mujeres fueran candidatas para cargos de elección popular.  
         
Como presidenta de este Consejo fue electa la maestra y periodista Juana Belem Gutiérrez de Mendoza, feminista, sufragista y activista mexicana del magonismo y el zapatismo, además del movimiento por los derechos de las mujeres. La vicepresidenta correspondió a Elena Torres.    
Pero la unidad del Consejo Nacional de las Mujeres se fracturó.

El mismo año de su fundación, la revolucionaria Juana Belem Gutiérrez de Mendoza deja la presidencia del Consejo y quedan en una especie de dirección colectiva Estela Carrasco, María del Refugio García, María Teresa Sánchez y Evelina Trent Roy, con Elena Torres como secretaria general. También Se anula el cargo de presidenta y se cambia de nombre a la organización a “Consejo Feminista Mexicano”.

El nuevo Consejo se propuso mejorar las condiciones de las trabajadoras, a las que consideraba su centro de atención y principales beneficiarias, por lo que se planteó abrir opciones laborales para ellas. Buscaban librar a las obreras de la pobreza mediante el trabajo y el estudio.

Establecieron la Casa del Niño de la trabajadora, un taller de costura, una escuela nocturna para trabajadoras en Tacubaya, una academia comercial gratuita y una escuela en Iztacalco.   
  
En el programa del Consejo Feminista Mexicano incorporaron la emancipación política como uno de sus principios fundamentales por los que lucharían y se  propusieron establecer nexos con organizaciones feministas de diversos países.

Elena Torres decía:    
    
“El feminismo va a transformar el mundo social, por eso no tiene fronteras. El feminismo significa el triunfo del derecho sobre la fuerza, dando por resultado la igualdad de clases”.      
Julia Nava de Ruisánchez, directora de la revista del Consejo y redactora de los editoriales, aseguraba:   
          
“A pesar de que el feminismo es un término que infunde pavor, debe ser una práctica que sirva para el adelanto de las mujeres. El Feminismo de hecho existe en México como existe en todas partes del mundo, y la prueba innegable es el conjunto de obreras, empleadas, profesoras, entre otras profesionistas, que con el producto de su trabajo sostienen sus hogares”.    
       
Como maestra, Elena Torres fundó el servicio de desayunos escolares y dirigió las Misiones culturales vasconcelistas.

Estuvo a su cargo de la primera Misión Cultural en 1923 y del proyecto de crear seis más en 1926, encargo al que renunció casi de inmediato debido a desacuerdos con el líder de la CROM, Luis Napoleón Morones.    
  
Morones, el abuelo del charrismo sindical

El concepto de charrismo sindical se acuñó, luego de que Jesús Díaz de León, secretario general del Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana (STFRM), se vendiera al gobierno de Miguel Alemán y entregara el movimiento ferrocarrilero.

A partir de esa fecha, a todos los líderes sindicales entreguistas a la patronal y al gobierno, el movimiento obrero comenzó a llamarlos charros, en alusión a Díaz de Léon, a quien apodaban el charro por su afición al jaripeo y los caballos.

Pero el fundador del corporativismo obrero mexicano, del colaboracionismo sindical con el gobierno y la corrupción de los líderes sindicales, fue Luis Napoléon Morones, de ahí que se le considere el abuelo del charrismo sindical y a Díaz de León, el padre.

¿Pero cuáles eran las diferencias de la maestra Elena Torres con Morones, al que la maestra y periodista, Adelina Zendejas calificaba de sátrapa que sacrificó a muchos obreros?

Bueno, pues les platico: Morones obstaculizó la realización del trabajo de las misiones culturales que se proponían llevar el progreso a las comunidades campesinas a través de la educación por las diferencias ideológicas que mantenía con ella, debido a que era comunista y simpatizaba con Obregón, no con Calles.

Otra de esas causas de la enemistad entre el anti obregonista e incondicional del Presidente Calles y la feminista, la sufragista, Elena Torres, fue que la CROM aprobó en uno de sus congresos negar a las mujeres trabajadoras tener acceso a puestos de dirección sindical en la Central, lo cual motivó que el bloque feminista de obreras organizado por Elena Torres se saliera de la CROM.

El escritor Taibo II, en su Historia narrativa de los orígenes del comunismo en México (1919-1925) afirma: 
       
“El 16 de julio de 1921 la CROM pierde al Consejo Feminista Mexicano debido a que el Congreso de Orizaba discriminó a la mujer trabajadora negándose a permitir que las mujeres tuvieran puestos de dirección en la central. Esto, según parece, fue la causa que motivó la animosidad de Morones hacia Torres y que a ésta le costó el exilio temporal”.

El desafiar el corporativismo y la política discriminatoria de las trabajadoras en la CROM, le trajo problemas a la maestra Elena Torres en su trabajo educativo, pues tuvo que abandonar las Misiones Culturales  y exiliarse por un tiempo en Estados Unidos.    
          
 ¿Tanto poder tenía Morones? Sí, a través de la amenaza y la corrupción controlaba al movimiento obrero.

 ¿Qué prefieres, que te llene de plomo o de billetes? 

Morones le aprendió bien a Obregón su frase célebre de que nadie soporta un cañonazo de dinero, pues a cada líder obrero que quisiera impulsar una huelga fuera de la CROM, lo invitaba a platicar y le proponía la disyuntiva ¿Qué prefieres? ¿Morirte o ser un diputado o senador?

Francisco Martín Moreno, autor del libro “México Acribillado”,  no sólo inscribe a Morones junto con Calles en la lista de sospechosos de ser los autores intelectuales del asesinato de Obregón,  también nos describe cómo el corrupto dirigente sindical controlaba al movimiento obrero en ese tiempo en que, el cáncer de la corrupción comenzaba a enfermar a México. 
              
Morones: ¿Por qué te quieres morir tan pronto...?  
Líder:    ¿Yo...? 
Morones: Sí, tú               
Líder: Yo no me quiero morir, ¿quién dice esa pendejada?        
Morones: Yo.   
Líder: ¿Por qué...?         
Morones: Porque estallar una huelga sin mi consentimiento implica declarar la guerra a la CROM...
Líder: Los patrones nos explotan, nos matan de hambre con sueldos de miseria            
Morones: Ese punto ni lo discuto…        
Líder: ¿Entonces...?      
Morones: Es imposible cualquier emplazamiento fuera de nuestra órbita...     
Líder: ¿Por qué, por qué tenemos que afiliarnos contra nuestra voluntad a la CROM? 
Morones: Por dos razones políticas y jurídicas: por mis güeros... ¿Es suficiente el argumento?             
Líder: Pues por los míos no aceptaremos presiones…   
Morones: Bien...            
Líder: ¿Bien qué...?       
Morones: Voltea y revisa tu entorno. Todos estos hombres que ves comiendo pacíficamente son asesinos a sueldo que quién sabe de dónde salieron ni cómo llegaron aquí.

Con que yo truene los dedos o dé una voz aumentarás de inmediato de peso, porque te llenarán el pecho y la panza de plomo. Cualquier movimiento extraño que hagas y te irás para el otro lado... y es claro que no me refiero a Estados Unidos...
            
Acuérdate de que la huelga de tranviarios acabó en un día luctuoso por que fueron muertos o heridos muchos obreros de ese ramo que se opusieron a acatar mis sugerencias... No pierdas de vista que las oficinas de la CGT fueron tomadas por soldados de acuerdo con mis instrucciones, y todo porque esos malvados se me estaban alebrestando. Una huelga no autorizada por mí acaba, por lo general, a balazos. El propio Obregón anunció que si estalla el conflicto ferrocarrilero lo resolverá por medio de las armas: imposible que permitamos la paralización del país. Ocuparemos militarmente las sedes de los sindicatos opuestos a la CROM, sea el de panaderos o el de tortilleras…

Líder: Esas son chingaderas...   
Morones: Más lo son tus intenciones de promover una huelga sin mi beneplácito.       
Líder: ¿Beneplácito...? ¿Pero quién carajos te sientes...?           
Morones; La máxima autoridad obrera del país.             
Líder: ¿Quién te nombró?          
Morones: Yo...
Líder: Pues no estoy de acuerdo...        
Morones: ¿Quieres que truene los dedos para que empiece la fiesta de las balas...?   
Líder: ¿Y qué tal que mejor nos afiliamos al obrerismo católico que encabeza el padre Toral desde Guadalajara?          
Morones: No lo intentes, mejor no lo intentes, no te conviene; pero además te pregunto: ¿crees que Toral o el arzobispo Jiménez le van a conseguir empleo a tu gente y le van a incrementar los salarios o le van a conseguir tierras, casas, escuelas y alimentación? La Iglesia sirve para los rezos, la primera comunión, los bautizos, las bodas de plata y esas pendejadas, pero cuando ya se habla de otorgar prestaciones a la gente, cuando se trata de pagar o de dar dinero te dirán que le pidas a Dios comprensión y ayuda... Reza, hijo mío, Él sabrá obsequiarte con su Santa Gracia de acuerdo a tus merecimientos...    
Líder: Es que yo...          
Morones: Es que nada: acércate a mí y te hará senador de la República o diputado del Partido Laborista y además te llenaré los bolsillos de dinero, no de bilimbiques, sino de pesos de plata de los buenos; ahora bien, desafía mi poder, rétame y el choque conmigo equivaldrá a un encontronazo de frente con una locomotora de bajada y a toda velocidad...               
Líder: ¿Ser senador...? 
Morones: Sí, tú y los tuyos...    
Líder: ¿Cuánto dinero...?            
Morones: Lo veremos en su oportunidad. Te garantizo que te hará sonreír...  
Líder: Salud, brindo por la CROM y por la larga existencia de Luis Napoleón Morones...              
Morones: Bien, hermano, yo brindo por tu amor a la vida, es contagioso...       

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